En el feudo de las pandillas hondureñas

Un soldado resguarda el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 8 de mayo de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

TEGUCIGALPA, 13 de mayo de 2015 - El Chiverito es uno de los lugares más temidos en Tegucigalpa, la capital del país más violento del mundo según la ONU. Nos interesaba ver cómo el terror que siembran los pandilleros amenazaba con hacer desaparecer uno de los mercados más populares. Dejamos nuestro vehículo en una calle de lastre de El Chiverito, que debe posiblemente su nombre a los "chivos", amantes de las prostitutas en la que ha sido siempre una zona de prostíbulos. Vamos a pie hacia el mercado Las Américas. 

Puestos vacíos en el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Caminamos apenas un par de cuadras, pero el recorrido se hace larguísimo. En medio de la calle que da acceso al mercado, unos obreros de la Alcaldía cavaban con maquinaria pesada un profundo agujero para instalar una tubería por donde pasarán las aguas de una quebrada maloliente que llaman "el Sapo".

Mirando alrededor no hay nada que llame la atención, excepto las desvencijadas viviendas de hierro, cemento y madera, decenas de aves carroñeras que sobrevuelan los cúmulos de basura que saturan el lugar y la fetidez del contaminado río Choluteca, que divide en dos a esta capital de un millón de habitantes. 

Un niño juega con una silla en uno de los pocos puestos de comida que siguen abiertos en en el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

En lo que alguna vez fue un estacionamiento concurrido, sólo se veían algunas motocicletas y uno que otro automóvil. Llegamos al mercado a la hora del almuerzo. En otra época hubiera estado atiborrado de comensales. Ahora lucía desolado por la declaración de guerra de los pandilleros, que amenazan de muerte a los comerciantes que se nieguen a pagar las extorsiones, el llamado  "impuesto de guerra". 

Un vendedor trabaja en un puesto en el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Lo que queda del mercado de negocios de comida, frutas, verduras, ropa, calzado y baratijas, son hileras de cubículos abandonados, construidos con bloques de cemento que llegan a la altura de la cintura y hacia arriba unos grandes ventanales de alambre. Las filas de puestos están separadas, bajo una inmensa y elevada galera de hierro y láminas de asbesto.

De vez en cuando aparecen en algunos de los cubículos en ruinas unos zapateros en plena labor, unas ventas de hojuelas de plátano y, más al fondo, unas decenas de negocios que sobreviven porque sus dueños deben aún pagar a una empresa privada los puestos que compraron a unos 4.000 dólares el m2.

Un niño arrastra una carretilla en las afueras del mercado Las Américas en Tegucigalpa el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

"Se alquila" o "Se vende", se lee en muchos cubículos. Sobre uno de los puestos, aún queda un viejo rótulo: "Bienvenidos a los comedores".

Los pocos vendedores que quedan temen contar lo que están pasando. Apenas un pastor evangélico, al que todos en el mercado saludan con respeto, y un par de vendedoras se atrevieron a hablar con mucha reserva, pendientes de los pandilleros o sus “mandaderos” -niños, mujeres y hasta ancianas-, que semanalmente llegan a cobrarles el “impuesto”.

Un zapatero trabaja en un puesto en el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Nadie allí sonreía. La presencia invisible de los pandilleros se sentía como un peso sobre todos los que estábamos en el mercado. Avanzando entre los pasillos, la atmósfera se volvía cargada, hostil. 

La parte exterior del mercado tenía más movimiento. La gente platicaba. Pero grafitis en las paredes recordaban a todos quienes mandaban allí: Los Chirizos, una banda creada por un narcotraficante, cuyo cuerpo apareció hace un par de años desmembrado.   

Soldados resguardan el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 8 de mayo de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Las poderosas pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 que operan en Guatemala, El Salvador y Honduras, más otras locales recién surgidas como "Los Chirizos", "Los Benjamines", "El combo que no se deja" y "Vatos locos", tienen en quiebra, con las extorsiones, a muchos negocios en Honduras, sobre todo pequeños. Las distintas agrupaciones criminales se reparten las zonas de la capital y otras ciudades del país.

A quien no paga la cuota mensual lo matan en la más completa impunidad, porque la capacidad de las autoridades ha sido rebasada por el crimen organizado del narcotráfico, al que pertenecen las pandillas.

Una mujer dentro de uno de los pasillos en el mercado Las Américas en Tegucigalpa el 8 de mayo de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Las imposiciones de las pandillas en la zona son cada vez mayores e inauditas. Hace unas semanas, miembros de la MS-13 -cuentan algunos- prohibieron a las mujeres de la zona, bajo amenaza de muerte, llevar el cabello en tonos claros, porque las jóvenes de la pandilla rival Los Chirizos acostumbran a teñirse de rubias. Luego hicieron circular una prohibición de vestir camisas rojas y amarillas y los zapatos marca Puma, quizás porque los pandilleros de Los Chirizos las usan.

Una vendedora corta cebollas en un puesto en las afueras del mercado Las Américas en Tegucigalpa el 8 de mayo de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Raúl Flores, el pastor evangélico, recuerda que allí mismo donde estábamos, cerca de su venta de platos desechables,  habían matado a un vendedor porque no pagó el “impuesto de guerra” a la hora que le ordenaron.

"La gente viene a trabajar por necesidad", dijo Flores, quien advirtió que éramos observados por los "bandera", los pandilleros encargados de la vigilancia en el mercado.

Niños buscan comida en la basura afuera del mercado Las Américas en Tegucigalpa, el 27 de abril de 2015 (AFP Foto/Orlando Sierra)

Noé Leiva es corresponsal de AFP en Honduras